miércoles, 10 de junio de 2015

CUANDO TE MIRÉ CORRER




CUANDO TE MIRE CORRER...

 

...ibas tras una perla. Poéticamente hablando siempre corres tras las perlas, pero esta era “de verdad”. 


Una amiga te la había regalado, blanca y redonda, pulida y completa. De plástico. Un tesoro donde los haya, un regalo de corazón.


Jugabas con tus amigos en unas escaleras, subiendo y bajando, riendo.


De repente, la perla se escurrió de entre tus manos y salió botando rumbo a la carretera.

Yo estaba pendiente del carrito de tu hermano, muy bebé y muy dormido.


En un segundo mucha información cruzó por mi mente, la peor imagen también: la perla a la carretera, tú detrás, un coche cerca.

Mi cuerpo se tensó, frené el carrito para que nada lo moviera y estuve a un segundo de salir corriendo, retenerte, coger la perla por ti y evitar la peor posibilidad.

A la vez sentí que pasaban por mi cuerpo la seguridad y la confianza. Un cálculo inconsciente de que por su fuerza y trayectoria la perla no alcanzaría la calzada. Mi oído y mi vista detectaron la manzana libre de tráfico y mi respiración me invitó a confiar en tu capacidad de detenerte a tiempo o de lograrlo. 

Veía tu cuerpo correr, capaz y resolutivo para alcanzar a tiempo tu tesoro.


Dispuesta a saltar ante el mínimo peligro, me entregué por completo a la confianza. Algo dentro de mí sabía que no debía hacerlo por ti, que lo conseguirías y que si no, si algún peligro acechaba, tu atención, tu responsabilidad y mi disposición serían capaces de contenerte a tiempo.

Así fue. Lograste atraparla airoso sin que saliera de la acera. Se destensó mi cuerpo de leona preparado para la caza. Se dibujó en el tuyo el gesto del triunfo y sin saber que te había estado observando corriste a abrazarme. Había sido un reto para los dos.


Siempre tenemos al menos dos opciones: intervenir o no. En medio hay posibilidades infinitas sobre el cuándo, el cómo, el desde dónde intervenir… o no.


Me surgen estas preguntas y a ellas invito: ¿Actuamos o reaccionamos? ¿Desde la confianza o desde el miedo?


Acompañar a crecer a los hijos supone, para mí, un viaje constante hacia la confianza. A veces tengo miedo, claro que sí, y gracias a él inicio el viaje y logro la meta.


Educar en confianza nos devuelve hijos capaces, responsables, orgullosos y, sobre todo, LIBRES. 

Puede que aquello que menos esperas sean tus propias perlas.



GRACIAS.

4 comentarios:

  1. Muchas gracias, Nahia!! Grande!!! Así es!! Continua compartiendo tu sabiduría y la de tu familia...

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  2. Gracias, Carme! :)

    Gracias por tus ánimos. Sigo aprendiendo

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  3. Que bonito relato! Creo que tienes toda la razón, los padres debemos de estar apoyando pero dejando hacer a nuestros hijos, tengan la edad que tengan, dándoles sus retos a cada edad y dejando que los resuelvan lo mejor que puedan para permitir que tengan confianza y seguridad en si mismos. Un besote

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  4. ¡Muchísimas gracias!

    Es un camino precioso acoger los retos como tales :)

    Un abrazo

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