Hay un show chileno para niños que se llama Tikitiklip.
Les estoy muy agradecida por sus creaciones y sus canciones y por todo lo que he disfrutado con mis hijos gracias a ellas. Incluso me han salvado más de un viaje en tren en el que sólo se quedaban dormidos si yo les cantaba una y otra vez "Barco en el puerto".
Cosas
de la vida, fonéticas aparte, cuando G. era pequeñito les llamaba Papapú.
Ahora
que es más grande escucha las canciones hasta aprendérselas y disfrutamos
mucho.
Eh aquí
una que se titula “El tonto Perico” y empieza así:
"El tonto Perico tenia una jarra,
un saquito roto y una gran chupalla,
su mamá le dice anda a buscar agua
y el tonto Perico la echó en la chupalla.
un saquito roto y una gran chupalla,
su mamá le dice anda a buscar agua
y el tonto Perico la echó en la chupalla.
¡Perico! - le dice la mamá enojada-
tendrías que haberla echado en la jarra."
tendrías que haberla echado en la jarra."
Continúa con varios ejemplos en los que Perico mete la
pata y su mamá se desespera. Es divertida y…un día suscitó esta conversación:
G: Mamá, ¿sabes por qué el tonto Perico hace todo al
revés?
Yo: ¿Por qué?
G: Porque le llaman tonto…
Y ahí quedé yo, rendida ante su empatía y con una certeza
más sobre las etiquetas a los niños.
Cuando
les decimos estos tópicos aparentemente tan inocentes y con la mejor intención
(véase “no seas malo” "anda, venga, cobardica" “no seas llorica” “no seas bruto” “no seas mandona” “qué princesita”
“qué vaga”…) les estamos definiendo y a partir de ahí construyen sus acciones y
por tanto su personalidad.
Efectivamente acaban dándonos la razón y el círculo
se envicia.
Gracias a esto me ha dado por pensar (y desde aquí a ello invito) cuántas veces al día les decimos estas cosas a los niños de nuestro
entorno.
¿Podríamos cambiarlas por un “te acepto como eres”?
A veces nos
cuesta aceptarnos a nosotros mismos, pero siento que ahí empieza el
camino para aceptar a estos pequeños que nos acompañan.
¿Podemos
cambiar las etiquetas/juicios por descripciones y aceptación?
Esto no
significa que les dejemos a su libre albedrío o que permitamos pasar por encima
de ciertos límites.
El “te
veo enfadado por esto y lo acepto pero no voy a permitir que me golpees” o "no por eso voy a ceder" (si estamos poniendo un límite claro que le pueda enfadar) funciona.
El “te
veo contentísimo y lo acepto, pero por favor haz menos ruido” también.
A partir de ahí las fórmulas son
infinitas.
Porque
cierto es que a veces pegan, gritan, saltan y corren cuando justo en ese
momento no nos lo esperábamos o no nos vienen bien, reconozcámoslo.
ME VEO
Y ME ACEPTO, TE VEO Y TE ACEPTO.
Ahora sigamos creciendo juntos.
GRACIAS