EL TIEMPO
NO EXISTE
En
Marruecos dicen “prisa mata…“ (La segunda parte del dicho es “…y la suegra
remata”, pero aquí ya no me meto).
A mí hace
mucho que me gusta crecer.
Sé que el tiempo no solo no existe sino que no
importa. No hay prisa. Es amigo.
A veces
da la sensación de que se nos pasa el tiempo. No nos da el tiempo. No tenemos
tiempo.
Paradójicamente
es lo único y lo que más tenemos. Y podemos decidir dejar de hacer unas cosas
en pro de hacer otras. Sí, a veces hay que decidir. No pasa nada. ¿Porqué decir
que sí a todo y luego echarle la culpa al tiempo?
Pero… ¿Qué
nos decimos que nos hace pensar así? ¿Para qué nos contamos todo eso sobre el
tiempo? ¿Para qué convertirlo en enemigo?
En una
de las experiencias de Movimiento Transformacional (www.movimientotransformacional.es) tuve la oportunidad de
comprobarlo.
Pensé
que una de las propuestas se me iba a hacer larguísima.
Cuando
dejé de pensar y me entregué, aquello que en principio me parecía mucho se pasó
con la sensación de haberle dedicado apenas media hora.
No
había sido así, había sido efectivamente mucho más. Perdí entonces mi relación
con el tiempo. Dejó de existir y se convirtió en mi aliado.
Cuando
sueltas, respiras y confías simplemente pasa. Simplemente todo llega de forma
inesperada y oxigenada. Simplemente eres y estás y no importa nada más y cuando
pasa, es como renacer. Abrir los ojos e inspirar, levantar la vista, sonreír.
“¡Ah!
Aquí estás, llegaste, llegué, aquí estoy”
Desde
entonces he soñado varias veces que alguien me mete prisa para solucionar un
asunto cualquiera.
Alega que ya son las siete y en mi reloj (que en la vida
despierta nunca llevo) marcan apenas las tres. Yo reacciono tranquila, me doy
el tiempo necesario y la acción serena y así resuelvo el asunto soñado siempre
a tiempo (y los relojes se sincronizan).
Todo
puede ser una experiencia. Todo aprendizaje lleva tiempo. Todo cambio requiere
tiempo. Todo descubrimiento es tiempo. Gracias, tiempo.
¿Podemos
reaccionar a tiempo, con eficacia y a la vez con serenidad? Porque “serenidad”
no significa lentitud y “a tiempo” no tiene por qué ir unido a la prisa.
Hace 50
años que Sir Anthony Hopkins compuso “And the waltz goes on”. Entonces
lo guardó. Un día escuchó a “André Rieu & His Johann Strauss
Orchestra” y supo que era la orquesta y el director que debían tocar su
waltz por primera vez. 50 años después, así fue.